Mi homenaje poético a la inolvidable Billie Holiday.
No han sonado las notas de su piano
y su voz de explosiva calma murió
en el vaso vacío de un olvido amoroso.
Entrecortada de alcoholes,
asustada de hombres
partió mi Billie.
Con la negrura de su piel
y su historia.
El cielo del techo del salón
no tiene ángeles,
pero aun después de tanto tiempo
hay fantasmas que lloran el tono
inusual de la negra de ojos lánguidos,
la que cantaba mirando a ningún lado,
la mas solitaria de las acompañadas.
Los pianos aun sufren su perdida
y al nombrarla todo es blues,
el llanto es azul como el ritmo.
Todos tras su rastro!
En las partituras musicales la buscan,
las que tratan de respirarla interpretando,
de pausar una melodía como ella,
nadie jamas encontró futuro en su pasado.
Billie es un fantasma irrepetible,
el que todo cantante ha querido ver y poseer.
Dicen que solo aparece cuando se te acaba el llanto,
cuando están cerrando los bares,
las cajas registradoras de los clubes,
pero sobre todo cuando el ultimo borracho
y el barman de turno
depositan en sus filosóficas madrugadas
monedas en la vitrolas.
Entonces Billie en su escotado vestido
les canta mirando a la nada.
Sergio Gonzalez.
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